Agnaldo Farias
Artecontexto
Madri, Espanha – Verão 2005 (imprensa)
Texto original em espanhol
La trayectoria de José Bechara siempre ha incluido, aunque de modo oblicuo, la noción de violencia. En un sentido amplio, el artista es capaz de anular tanto el desencadenamiento de una energía semejante a la que encontramos en esta exposición –una avalancha de muebles domésticos que atraviesa diagonalmente dos salas- como el sordo entrechocar que tiene lugar en las dimensiones más sutiles de la materia. Esa proclividad a la violencia se trasparenta ya desde el inicio, donde el artista presenta como pintura las lonas usadas por los camiones para transportar mercaderías, lonas raídas, al final de su vida útil.
Compradas a los camioneros, las lonas siempre pasan por la criba del artista, quien las avala como pinturas en las que lo relevante son las perforaciones, rasgaduras, excoriaciones, el desgaste del material expuesto de modo inclemente al sol, al viento y a la lluvia, material que se contrae con el frío y se dilata con el calor, constantemente atravesado por cuerdas que lo comprimen, lacerándolo hasta el punto de rasgarlo, obligándolo a amoldarse al cuerpo de los volúmenes compactos y regulares que embalan las mercancías transportadas. Volúmenes que fuerzan a la lona por todos sus costados en el momento de las frenadas, de las aceleraciones, subidas, bajadas y curvas, transformándola en una cáscara elástica y resistente, como una placenta que al final de cada viaje será vaciada y rellenada una vez más.
Clausurada esa etapa, el paso siguiente consiste en llevar las lonas al taller para someterlas a la precipitación controlada de un proceso de oxidación. Su método consiste en disponer lechos de fibra de acero de diferentes espesores para luego mojarlas, logrando así su oxidación. La violencia del compuesto agua/aire es tan intensa que prácticamente se puede asistir a su ataque sobre la fibra de acero, que se disuelve mientras se convierte en un agente fuertemente abrasivo. El enmarañado capilar de hierro se irá metamorfoseando en bloques pétreos de color marrón oscuro, fibrosos y quebradizos. Se irá deshaciendo hasta volverse polvo, mancha, equimosis que destruirá irreversiblemente la textura de la lona. La memoria que ésta última conservaba de su servicio protector ahora se suma a la memoria del material pulverizado que un día estuvo dentro de la tierra.
La pintura, nos explica José Bechara refutando a quienes creen en refugios, no se da sobre un campo blanco e inmaculado como el tejido apto para la práctica pictórica, disponible en las tiendas de productos artísticos. Si la pintura es el resultado de una acción sobre una superficie, entonces la lona de los camioneros también lo es. Es más, la pintura, sin necesidad de añadir una sola pincelada –un gesto banalmente retorico- acontece en la superficie de las cosas, en los rostros, en las piedras, en los edificios, en el cielo, en el detalle entrevisto en la fruta antes y después de la dentellada, en la piel de los animales –del granado que crece libre en el campo, por la acción de los parásitos y las cercas que provocan cicatrices.
Es posible por tanto reconocer una homología entre esa crueldad implacable y la pasividad del mobiliario doméstico. De la pintura al objeto y de éste a la instalación, en un paso sucesivo que señala un punto de inflexión en su investigación, José Bechara enfrenta ahora esos objetos como si revelara su violencia, los absuelve de la domesticidad a la que nos tienen acostumbrados y en última instancia señala que hasta esas pocas cosas que tenemos para salvaguardar nuestra tranquilidad –el lugar, la concha, el reducto seguro-, no son más que cuerpos que sufren espasmos, que son acometidos por pulsiones inexplicables cuyos efectos no conseguimos verificar con certeza.
Agnaldo Farias, Professor Doutor da Faculdade de Arquitetura e Urbanismo da Universidade de São Paulo, Crítico e Curador Independente. É curador do Instituto Tomie Ohtake de São Paulo, foi curador da Representação Brasileira da 25ª. Bienal Internacional de São Paulo, foi curador geral do Museu de Arte Moderna do Rio de Janeiro (1998 / 2000) e curador de Exposições Temporárias do Museu de Arte Contemporânea da Universidade de São Paulo (1990 / 1992).